Aprendi a quererme un poco más y a respetar mis tiempos. Empecé a reposarme sobre mi propia vida, esperando que alguién me saque a pasear sin preguntarme nada. Aprendí a sacarme la verguenza de mostrarme cómo soy realmente. Y a aplaudir a mis enemigos cuando admito mis derrotas. Recorrí lugares que nadie recorrió, y conocí la ciencia del deber, de aceptar las verdades de los demás. A mirar más allá, que mi forma de mirar.
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